Al borde del abismo sin un MessiAS a quien rezar
- Juan Carlos Vera Bohne
- 21 jun 2018
- 2 Min. de lectura
Desde la portería hasta los delanteros Argentina ha sido un desastre. Hoy ante Croacia ha tenido una de sus peores actuaciones en mundiales que se le recuerde, con Lionel Messi en el campo pero ausente del juego pampero en casi todo el partido, al igual que sus demás compañeros.

Ni pies ni cabeza tiene la selección de Jorge Sampaoli, técnico que delegó la responsabilidad total a Messi, pero el astro del Barcelona no ha podido con el paquete últimamente.
Ni siquiera el mejor jugador del mundo ha podido levantar a esta selección, aunque hoy no tuvo su mejor actuación, por decir lo de menos. Apagado, cabizbajo, lento, poco creativo, erróneo, en fin, Messi no estuvo a altura de su nivel. Si a esto se le suma el penal fallado ante Islandia, Messi queda en este mundial en el mismo nivel que sus demás compañeros, triste y gris hasta ahora, pero al final todos son culpables por el pésimo desempeño realizado en los dos juegos.
Messi, al ser el mejor, debe de ser el ser el primer señalado ante el poco volumen de juego de su equipo, y doblemente debe recaer en él la responsabilidad de su selección, al ser el portador del gafete de capitán. Hoy Messi estuvo lejos de ser un líder, no lo fue ni en espíritu, ni en fútbol. Por fin se contagió del mal juego que ha arrastrado esta selección desde hace años. Un mal que seguramente empezó con la salida de Alejandro Sabella, y la crisis en la dirigencia del fútbol argentino. Un caos desde las oficinas hasta las canchas, de la liga local hasta la selección nacional, de la cantera hasta los mayores. Un cáncer que se ha esparcido por todo el sistema y que colapsó este miércoles en Novgorod contra Croacia.
Un rival de peso ha desplomado a Argentina, que careció de ideas a la ofensiva, tuvo problemas en defensa con errores infantiles de por medio, y estratégicamente fueron totalmente superados. Por eso Sampaoli debe de ser señalado como el máximo responsable de este desastre por muchos factores, empezando por la elección de jugadores hasta el acomodo de los mismos en la cancha.

Un desorden que no es nuevo, empezó luego de la final de Brasil 2014, y tres técnicos han pasado en este proceso. Ni Martino, ni Bauza, ni Sampoli han podido hacer jugar a Argentina como indicaría su prestigió. Los cambios de entrenadores solo han empeorado a la selección que encontró su punto más bajo en pleno mundial y ahora están contra la pared.
Es posiblemente la última oportunidad para esta generación que ha fallado en momentos importantes pero que antes por lo menos se quedaban a la orilla de la gloria mientras que ahora están lejos del objetivo. Repetir lo hecho en el mundial pasado luce lejano, como un fantasma en el horizonte y solo un Leo Messi inspirado puede cambiar su destino.
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